lunes, 24 de marzo de 2014

Ella es Sofía Nº 2.4. No podría explicartelo

Allí quedaron, sobre la mesa, enteros y sin tocar los cafés pedidos horas antes. El starbucks se había ido vaciando poco a poco mientras las manillas del reloj iban corriendo, rápido y sin pausa, pero allí seguían ellos hablando, riendo, contando sus anécdotas, en definitiva, conociéndose. Se habían pasado charlando la tarde entera y ya era casi la hora del cierre.
 -¡Oh Dios! Que tarde es -dijo Sofía- tengo que irme a casa, pero me ha encantado el café.
 -Si... la verdad que si es tarde -contestó Samuel- en buena compañía el tiempo pasa volando.
 -Espero repetir algún otro día, es muy agradable hablar contigo.
 -¡Oh, gracias! Lo mismo digo.
Se levantaron y salieron a la calle, primero Sofía y después Samuel, al que se le escapó la vista mas abajo de la cintura de su acompañante. No era de extrañar, Sofía tenía muy buen culo, redondo y respingón.
Caminaron hasta la plaza de aparcamiento de ella, aprovechando los últimos tonos rojizos del sol en el horizonte, disfrutando de las últimas coletadas de su conversación. A Sofía le invadía una sensación de culpabilidad, aunque no hubiera hecho nada, sentía estar traicionando a Ulises, puede que fuera porque se sentía atraída físicamente por Samuel, pero tenía la cabeza hecha un lío y además Ulises no contestaba sus llamadas y mensajes, algo que le molestaba enormemente.
Realmente no existía una relación verdadera entre Ulises y Sofía, pero ambos de alguna manera se sentían atados el uno al otro por esa confianza, ese cariño, esa pasión.
 -Bonito coche -dijo Samuel- tienes buen gusto, para todo.
 -Es lo bueno de ser mujer, siempre elijo lo que me gusta.
Sofía abrió la puerta del coche y puso su bolso en el asiento del copiloto, cuando se giró un beso la recibió, descarado, apasionado, con fuerza y sabor café. Se dejó llevar unos segundos hasta que recuperó la razón y se aparto rápidamente de Samuel. Estaba muda
 -Lo siento -dijo él- llevaba esperando hacerlo toda la tarde.
 -Samuel, me pareces un chico encantador, muy guapo, listo y atento, pero no puedo.
 -¿Tienes novio? ¿Es eso verdad?
 - No exactamente, no podría explicártelo, pero no es por ti... Me tengo que ir, lo siento.
Acto seguido se montó en el coche y se despidió por la ventanilla, estaba nerviosa así que salió con un gran acelerón.

Al llegar a casa no paraba de pensar en Ulises y le volvió a llamar, pero seguía comunicando.
-Maldita sea, ¿Dónde se habrá metido?

Sofía se puso el pijama, que no era mas que una camiseta gris de Ulises que le llegaba por las rodillas, olía a él, a su perfume, cuando se le iba el olor le mandaba que le diera otra para poder dormir bien, era su relajante personal, hacía que le sintiera mas cerca, como si le estuviera abrazando piel con piel. La mejor compañía que tuvo aquella noche fueron un par de películas pastelosas y un tarro de helado de considerable tamaño, se hartó a llorar y a gastar pañuelos. Era el desahogo para un día tan largo, mañana se sentiría culpable, pero no le importaba, se le ocurría una muy buena forma de bajar ese helado.
No se que se acabaría antes, si los pañuelos, el helado o las películas, pero tampoco importaba mucho, Sofía se había quedado dormida en el Sofá.
A las dos horas se despertó en una mala posición y con el cuello dolorido, tenía toda la boca manchada de chocolate así que se levantó y fue a lavarse la cara.
Cuando se metió en la cama, no pudo volver a conciliar el sueño, daba vueltas y vueltas pensando en el desaparecido Ulises, en Samuel, en el trabajo, en la película, en la mancha del helado en el sofá, que no se dormía... esto hacía que fuera un circulo vicioso y empeorase la situación ¡que malo es pensar demasiado!
Mandó el último whatsapp de aquel día a Ulises:
 "Feo, estoy preocupada, estas bien? No se nada de ti y andas desaparecido"
Nada mas mandarlo recibió otro, pero este era de Samuel.

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