-Quiero ver como lo haces, quítatelo despacio, no tengas prisa.
A Ulises le encantaba jugar con Sofía, con el deseo que él conocía y que a ella le ardía dentro. Jugaba con su mirada, con sus labios, con sus manos acariciándole las piernas que en ese momento, aun con el pantalón puesto, le rodeaban.
Estando sentada encima de Ulises, Sofía empezó a mover las caderas muy despacio mientras iba bajando lentamente el cierre de su vestido blanco sin apartar la mirada de los ojos de Ulises.
Esto hacía que bajo ella, desde lo mas profundo de las furias de su amante, se despertase una rabia animal que prometía calor, ternura y placer, por ahora contenida por una 42.
Con la cabeza apoyada en unas almohadas, Ulises observaba y sentía, con los ojos bien abiertos y el pulso en aumento, veía como su "chiquilla" le transportaba a un mundo hecho solo para ellos dos. No tenía que darle explicaciones a nadie ni nadie se las pediría, no tenía que guardar las formas ni debía hacerlo, no tenía que hacer otra cosa mas que amar a su "chiquilla" ni podía no hacerlo.
El vestido salió disparado contra la silla junto al escritorio dejando al descubierto un sujetador cómplice y un tanga que iba a juego con los dedos de él. La casa de Sofía era todo lo contrario a la de Ulises, esta era organizada, limpia, sin un libro fuera de su sitio y siempre había comida en la nevera; pero como siempre que se veían, se mezclaban el uno con la otra y cambiaban los papeles. Cuando Sofía iba a casa de Ulises, este siempre la recogía antes de que ella llegara y cuando era al contrario, ella no podía evitar destrozar medio mobiliario con su particular lucha de placeres, les encantaba esa complicidad y dedicación que, sin pedirlo, les unía.
-Ven -susurró Sofía mientras se mordía el labio- dame tus manos.
Cogió las manos de Ulises con las suyas; una la puso sobre uno de sus pechos y la otra se la llevó a la boca. Sofía mordió con suavidad la punta del dedo índice y después de pasarle la lengua de abajo a arriba se lo introdujo en la boca humedeciéndolo, al sacarlo se lo llevó desde el cuello hasta su tanga rozando poco a poco, poro a poro, cada segundo de su vientre. Ella misma aparto su ya húmeda ropa interior y llevo la mano de Ulises a tocar su sexo, él le dejó hacer lo que ella quería con la única ayuda de un ligero moviendo de dedos, esto hizo que Sofía se humedeciera aun mas, corría lava por su interior.
Ulises la cogió por las caderas y se la llevó a la boca, se inundó la cara de ella y chupando con su lengua cada rincón de su debilidad hizo que se agitara con lujuria. Bebía de ella como si quisiera secarla para siempre, pero si lo hacía la volvería a chupar para que se desbordase de nuevo. Sofía gemía y se mordía el labio con ganas de mas, cogía el pelo de Ulises y tiraba de él con fuerza pero sin hacerle daño.
En un momento tras un éxtasis de placer, Sofía se bajó con las piernas aun temblorosas y empezó a desnudar a su "feo" de pies a cabeza, empezando por las botas y arrancándole la camisa. Ulises se quedó en calzoncillos echado en la cama con Sofía de pie en la habitación mirándole con sus pantalones en las manos. Viéndola allí erguida con su cuerpo de diosa griega, Ulises se sentía a punto de invadir Troya. Se levantó de la cama y la beso con ansia, con deseo, con pasión, con ternura y amor; como si quisiera arrancar la esencia de ese momento y guardarla en lo mas profundo de si mismo. Tenía a Sofía entre la puerta del armario y su cuerpo, le quitó las braguitas y tras humedecer sus dedos con saliva los introdujo dentro de ella arrancándole gemidos con cada movimiento.
-Ulises, por favor...-tartamudeó Sofía- te quiero ya dentro de mi... no... me hagaaaas...
Una oleada de calor y un temblor le recorrió el cuerpo haciendo que sus piernas flaqueasen. Él la puso con la cara contra el armario, beso y mordió el cuello de ella hasta recorrer esa curva a la que llamaba espalda. Admirando la belleza de la perfección del cuerpo de su gata morena, Ulises entró en ella uniendo sus sexos en un calor indescriptible que solo los que han follado con amor conocen.
Hicieron durante toda la noche lo que dos amantes hacen cuando quieren estar lo mas unidos posible, se pusieron la piel del otro y quemaron sus energías una y otra vez, cayendo rendidos para volver con deseos y fuerzas renovadas
A la mañana siguiente, Ulises despertó antes que Sofía y fue una de las visiones mas maravillosas que vería nunca en su vida, su chica dormía con el sol entrando por el balcón. Se quedó mirándola con ojos de admiración y locura, le dio un beso en la frente y se volvió a dormir.